Macri paga el costo de una transición necesaria

La pericia de Macri para mantener el rumbo entre las negociaciones infinitas, definirá su Presidencia.

Por Ignacio Fidanza

Exceptuando al kirchnerismo que mantiene la defensa de un proyecto populista-y está en todo su derecho-, la crítica al gobierno de Macri es más metodológica que de rumbo. El Presidente inició una corrección estratégica que en el trazo grueso regresa a la Argentina a una economía de mercado similar a la que impera en la mayoría de los países de la región.

Por definición, la operación de pasar de un régimen populista a uno de libre mercado es una transición política. Y se sabe que las transiciones suelen ser implacables con sus creadores, que aún exitosos, deben esperar décadas para que se les reconozca el trabajo realizado.

Es natural. El sentido profundo de la transición es cambio, mutación, proceso de transformación que deja inconformes de uno y otro lado. Unos porque pierden lo que tenían, otros porque lo nuevo no termina de llegar, con la urgencia de sus deseos. Navegar atemperando la revancha y amansando a los derrotados, no es tarea sencilla.

Pasar de un régimen populista a una economía de mercado no es una tarea sencilla. Las transiciones, que dejan inconformes de uno y otro lado, suelen devorarse a sus pilotos.

Por eso, mientras los seguidores de Cristina denuncian un ajuste impiadoso, desde la tribuna neoliberal miran los números del déficit y acusan al Gobierno de practicar un kirchnerismo de buenos modales. Paradoja clásica de toda transición. Adolfo Suárez, lamentablemente, no está vivo para consolarlo.

La buena noticia es que Macri parece dispuesto a pagar el precio. No es poco.

Como sea, el proceso histórico en el que está embarcado lo excede y eso es lo interesante. Si se mira hacia delante, las opciones que empiezan a bosquejarse: Sergio Massa, Florencio Randazzo, Juan Manuel Urtubey, María Eugenia Vidal, son variantes de su orientación programática, en todo caso con la promesa implícita de mayor eficacia en la gestión política y tal vez una sensibilidad social más aceitada. Habrá que ver. Pero es indudable –si se miran las encuestas-, que el regreso al populismo es una salida sólo para un porción minoritaria de los argentinos.

Tal vez esa sea la razón que explique porqué Macri dejó de caer en las encuestas, porque en el medio del tarifazo, el pico inflacionario y la caída de la actividad, la mayoría de la población mantiene una paciencia budista, que parece exceder incluso la tontería apresurada de prometer un repunte en el segundo semestre. Tontería que Gabriela Michetti se apuró a corregir, con más visión política que aquellos que se burlan de su “sincericidio”. Siempre es mejor anticipar las malas noticias que esperar la decepción.

Y ese es otro dato alentador. Los argentinos, por una vez, parecemos dispuestos a transitar el camino a la madurez. No hay recetas mágicas. Bienvenidos al mundo. Las inversiones hay que pelearlas. Generar trabajo digno es difícil y pasar de una economía sojadependiente a un modelo de desarrollo diversificado puede llevar décadas. Pero veamos la trayectoria.

El chavismo que no fue

Cristina trazó una línea que apuntaba al firmamento chavista. Forzó así a un extremo, a un peronismo que siempre fue más parecido al PRI mexicano que al socialismo cubano. Y como era lógico, ese esfuerzo ideológico terminó ralentizando el proceso que imaginaba la ex presidenta.

Hoy, la Venezuela de Nicolás Maduro logró el milagro de convertir en sensatos al régimen de los Castro. Así de mal está ese experimento, prometido como el paraíso recuperado.

Unos miles de kilómetros más al sur, el peronismo retoma –con contradicciones- la corrección programática que ensayó Néstor Kirchner, luego de la eclosión del neoliberalismo de Carlos Menem. En esa franja se mueven Massa, De la Sota, Urtubey, Gioja y Bossio, por citar algunos.

Es un remix de aquel peronismo renovador de Cafiero que supo combinar ideas modernizantes con justicia social. Un regreso a las fuentes que seguramente agrada al paladar de Carlos Grosso, no casualmente uno de los primeros en advertir sobre los desplazados del modelo menemista; hoy integrante muy escuchado de la mesa chica del Presidente.

Es ese viejo sueño incumplido de convertir al peronismo en un PSOE a la Felipe González, que hoy enfrenta la disincronía de vivir en un mundo que acumuló decepciones. Sin embargo, esa sensibilidad que se abre paso en las aguas subterráneas del partido mayoritario de la Argentina, ofrece a Macri la oportunidad de darle a su Presidencia un rol histórico ingrato pero valiosísimo: Ser el Gobierno que regresó a la Argentina a la senda de la normalidad. Aquel que pagó su libra de carne, para que tal vez otro disfrute de la cena.

Claro que las acechanzas son tremendas y la falta de política es evidente y fue advertida. Por eso, por ejemplo, Macri puede perder las elecciones del año próximo. Porque incide lo estructural y lo operativo. Pero algunas derrotas bien orientadas valen más que victorias oportunistas. O dicho de otra manera, nadie dijo que la redefinición de un Estado sobredimensionado y agotado, iba a ser agradable.

El otro riesgo, mucho más serio, es quedarse a medio camino de todo y no resolver nada de lo importante. Es el riesgo ineludible de las transiciones y lo que en definitiva juzgará la presidencia de Macri: Su pericia para, entre negociaciones infinitas, ir llevando el pulso de la línea trazada.

El especialista español presentó un libro sobre el impacto de los smartphones en la política.

“En algunos lugares del mundo ya es más fácil tener un teléfono inteligente que agua potable o cloacas”, advirtió Antoni Gutiérrez-Rubí, durante la presentación de su libro “La Transformación digital y móvil de la comunicación política”, realizado el miércoles pasado en la Fundación Telefónica en la Recoleta.

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El especialista español presentó su último trabajo junto al director de La Política Online, Ignacio Fidanza y el especialista en comunicación gubernamental, Mario Riorda. La directora de puntogov, Sabrina Díaz Rato, coordinó el debate.

Gutiérrez-Rubí analizó la revolución política y mediática que implica el acceso de miles de millones de personas a smartphones con conexión a internet, que les permite conectarse con las redes sociales en tiempo real e informarse a través de la web. Se suma a este fenómeno la aparición de los denominados “nativos digitales”, las nuevas generaciones que no leen diarios ni revistas de papel.

Fidanza explicó que esta revolución permitió que medios chicos como La Política Online pudieran crecer y hasta competir con gigantes como los grandes diarios porque “la pantalla iguala”. “Para el usuario que accede desde su celular, lo importante es el contenido, no tiene dimensión de las enormes diferencias en tamaño económico entre los portales y los grandes diarios”, agregó.

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“Nuestros teléfonos continúan relegando a gigantes de la información como los periódicos al cajón de los recuerdos”, agregó Gutiérrez Rubí, quien señaló que enganchados con las redes sociales, los teléfonos pueden ser incluso instrumentos de cambio político, al generar redes que se unen por causas ciudadadas, más allá de los partidos.

Fidanza matizó ese entusiasmo: “El epílogo de la primavera árabe, que detonó en Egipto es verdad a través de la combinación de celulares y Facebook, nos obliga a repensar el entusiasmo inicial. Hoy Egipto sufre un gobierno militar igual o incluso más duro que el de Mubarak”.

Fidanza matizó el optimismo por el impacto de las redes sociales en la política: «El epílogo de la primavera árabe en Egipto nos obliga a moderar el entusiasmo», afirmó.

Riorda aportó la mirada de la comunicación gubernamental. Señaló que el PRO hizo un uso extraordinario de las redes sociales en la pasada campaña electoral, pero luego no supo adaptar su comunicación a la situación de ser Gobierno. “Continúan comunicando como si estuvieran en campaña”, puntualizó.

El especialista advirtió además que hay que ser prudente a la hora de merituar el impacto político real de las “conversaciones” en las redes sociales. “Scioli tenía en las redes un 78 por ciento de menciones negativas y Macri un 80 por ciento, y sin embargo uno sacó más del 48 por ciento de los votos y el otro el 51 por ciento”, subrayó.

“El uso de robots y granjas de usuarios alquilados que hacen las fuerzas políticas, distorsiona las mediciones sobre reputación en las redes”, advirtió Riorda.

Gutiérrez Rubí opinó sin embargo que en la nueva sociedad de la “política del bolsillo” -por el lugar donde se guarda el celular-, se va imponiendo una tecnopolítica. “Quien controla la conversación (la de los medios sociales), acaba por tener una posición de dominio en la creación de opiniones con decisión de voto”.

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Los inversores miran a la Argentina de Macri con mayor realismo

El director de LPO, Ignacio Fidanza, se reunió con una decena de fondos interesados en invertir en la Argentina.

La Política Online fue invitada a dar su visión sobre el actual proceso político de la Argentina, en una charla con una decena de fondos de inversión interesados en invertir en el país, organizada por el equipo que lidera Guillermo Mondino, jefe del área de mercados emergentes y estrategia del Citibank.

La conferencia organizada esta lluviosa mañana en el piso 14 de la sede corporativa del Citibank en la calle 53 en pleno Midtown de Manhattan, contó con la presencia de ejecutivos de importantes fondos de inversión como Lazard, Pharo, AB Global, Fintech, BNAM, Fir Tree y MSAM, entre otros.

Los ejecutivos se mostraron muy interesados en conocer las posibilidades de éxito de la transformación económica que intenta llevar adelante el gobierno de Macri y sus principales desafíos políticos.

A diferencia del entusiasmo inicial que embargó al mundo de los negocios tras el triunfo de Macri, ahora prevalece un apoyo mucho más realista e informado, que trata de medir con mayor precisión los límites de la estrategia de ajuste gradualista que lleva adelante el ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay.

La posibilidad real de Macri de reelegir y las chances de un regreso del populismo de la mano de Cristina Kirchner es otra inquietud central ya que eventuales decisiones de inversión, necesitan saber con que horizonte temporal contarán.

El apoyo al giro que Macri le imprimió a la Argentina se percibe tanto como la cautela. Otro tema central es la evolución del acuerdo con los holdouts que entró en zona de turbulencias por el lado menos esperado: La beligerancia de los fondos liderados por Paul Singer en la Cámara de Apelaciones de Nueva York.

En el mundo de las finanzas de Nueva York se valora el apoyo que la administración de Barack Obama brindó al gobierno argentino en el juzgado de Thomas Griesa, que si bien no es la primera vez que lo hace, nunca fue tan contundente. Coincide además con la actual voluntad del magistrado de terminar con el pleito.

Sin embargo, crece la sensación de que hay algo del acuerdo anunciado que se desconoce, que está motivando la agresividad de los holdouts. El principal temor es que si no se logra llegar a la fecha de pago del 14 de abril, el acuerdo se de por caído, lo que implicaría un severo daño político al Gobierno y una revitalización de los argumentos de Cristina Kirchner y Axel Kicillof.

En ese sentido, no se descarta que acaso los fondos liderados por Singer estén tensando la cuerda con la idea que si este acuerdo se cae se podrá alcanzar otro, acaso con mejores condiciones.

Macri, llegó la hora de cambiar

La impresionante movilización sindical confirma que terminó la luna de miel. Crisis interna y necesidad de cambio.

El presidente Macri suele proclamar que a diferencia de otros líderes que llegaron al poder y se sintieron infalibles, él es un hombre dispuesto a cambiar si comprueba que está equivocado. Bueno, está frente a una oportunidad dorada para confirmar esa predisposición.

La respuesta política del Gobierno al desafío sindical fue, siendo generoso, un desastre. Los jefes de las cinco centrales sindicales hicieron dos reuniones -no una sino dos- en el Congreso anunciando su molestia. Es decir, dieron vuelta el reloj de arena y se sentaron a esperar un llamado que nunca llegó. Lo que se vio hoy fue la respuesta a ese destrato.

Ser Gobierno permite disfrutar de casi todos los lujos, menos de la distracción.

La administración de Macri ya había expuesto un problema serio de comunicación, ahora dejó en evidencia su déficit político. Pero bien mirado son dos reflejos del mismo rasgo: La pulsión por ningunear lo que no se controla, no se conoce y molesta entender. O sea, lo contrario del diálogo declamado. Porque hablar con los que piensan como uno puede ser cómodo, pero está muy lejos de una auténtica conversación política.

Ninguneo, cancherismo, chicaneo, rastros de una conducta defensiva que no está siendo funcional al inmenso desafío de ordenar la economía y volver crecer.

Ninguneo, cancherismo, chicaneo, rastros de una conducta defensiva que no está siendo funcional al enorme desafío que representa ordenar la macroeconomía y volver a poner al país en un proceso de crecimiento.

Con un poquito menos de soberbia se podría percibir que encarar un proceso de ajuste siendo minoría, exige la colaboración de los sindicatos y el peronismo. Sin ellos, aunque sea como socios silenciosos, es imposible. Los dos tercios que obtuvo el proyecto antidespidos en el Senado, son la prueba más fehaciente.

Macri tiene que expandir su base de sustentación política, compartir poder y consensuar decisiones. No porque es bueno o deseable, sino porque no tiene alternativa. Senado, sindicatos y gobernadores son mayoritariamente peronistas, y el fastidio no va a cambiar esa realidad. Se trata de un entramado que Facebook no puede solucionar, por más millones que se depositen en sus cuentas panameñas –y no es una chicana, apenas un dato-.

Lo notable es que todos esos actores se pasan los días enviándole señales de acuerdo al Presidente. Hoy mismo en el acto, los líderes sindicales se cuidaron de aclarar que no era una movilización contra el Gobierno y que sólo pedían ser “escuchados”. Antes, el propio Pichetto se cansó de pasarse meses con su “Pacto del Bicentenario” bajo el brazo.

Es interesante ese caso para ver todo lo que no funciona en el Gobierno. Gabriela Michetti le explicó a Macri que la idea de negociar ley por ley se estaba volviendo insostenible porque alimentaba una voracidad insaciable. En esta columna se anticipó sobre el riesgo al saqueo vikingo que encerraba esa lógica. La vicepresidenta la propuso entonces a su jefe político, aprovechar la propuesta de Pichetto para institucionalizar un acuerdo político amplio, con una serie de leyes a sancionar y de paso meter en ese paquete los dos jueces de la Corte.

La propuesta interesó a Macri, pero se estrelló contra la pared del jefe de Gabinete, Marcos Peña, preocupado por “la foto” de un toma y daca con los senadores peronistas. No es que parece una contradicción, son contradicciones. Y eso es lo que está estallando. Como en muchos temas sensibles –medios, justicia, sindicatos, oposición- Macri no tiene definiciones de fondo y suele perderse en lo táctico inmediato, que como es lógico con lo táctico, se contradice.

Estamos entonces ante la primer crisis política seria del gobierno de Macri, que lejos de arreglarse con amenazas de veto, podría empezar a despejarse –y muy rápido-, si se entiende que el agujero del mate ya fue descubierto y las genialidades de campaña sirven hasta que se gana la elección. Después, se trata de gobernar, que es algo distinto.

Mani Pulite: Macri danza con el Diablo

El presidente ingresa en un proceso de consecuencias impredecibles, en medio de un ajuste económico

No tiene importancia asignar porcentajes a los factores que detonaron el incipiente proceso de Mani Pulite que vive la Argentina. ¿Fue una maniobra alentada por la Presidencia para tapar el caso de los Panamá Papers? ¿La sobreactuación en defensa propia de jueces corruptos, que durante años pisaron las causas que ahora aceleran? ¿Una respuesta al prístino republicanismo que se apoderó de Macri y el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti?

Son todas preguntas menos interesantes que indagar sobre la evolución posible del proceso iniciado. La Argentina de Macri está ingresando en el nudo más complejo – e irresuelto- de la teoría política: ¿Cómo construir un sistema de justicia independiente del poder, que en el camino no derribe la estantería?

Es un debate que tiene además el atractivo de plantear preguntas muy incorrectas para almas simples y bienintencionadas: Los malos, los que roban, los que abusan, tienen que ir presos y sólo con eso ya tenemos un mundo mejor. El problema es que el Diablo está en los detalles: ¿Qué es robar? ¿Un sobreprecio en la obra pública?: Por supuesto. ¿Un sofisticado derivado financiero que metió a la economía global en una de las crisis más graves de la historia, destruyendo el futuro de millones de vidas? No está claro.

Macri está ingresando en el nudo más complejo – e irresuelto- de la teoría política: ¿Cómo construir un sistema de justicia independiente del poder, que en el camino no derribe la estantería?

La revista The Economist, una publicación que simboliza los ideales republicanos y libremercadistas de Occidente, acaba de plantearse en su última edición algunos de estos interrogantes. Tomando el caso de Brasil, advierte que la caída de Dilma puede envenenar la política brasileña durante años, así como llevado a sus extremos, el proceso abierto por el juez Sergio Moro requiere no sólo el procesamiento de Dilma y su vice, sino de prácticamente todo el Congreso. La pregunta es obvia: ¿En donde se apoya entonces el sistema para superar la crisis? Una nueva elección. Perfecto, pero la historia reciente advierte que los vacíos de poder, el hastío generalizado, son el escenario propicio para que surjan los Berlusconi, los Trump, los Kirchner, los Chávez, que se quedan con todo. ¿O ya nos olvidamos que Kirchner y Chávez fueron la aclamada renovación que surgió tras la implosión de los sistemas políticos de Venezuela y Argentina?

Leones con piel de oveja a los que habrá que aplicar un nuevo Mani Pulite y así la historia se vuelve circular.

Mal momento para improvisar

Macri debería repasar con muchísima atención la experiencia de Fernando de la Rúa. La amnesia es un deporte nacional, pero no le está permitido al Presidente.

Lo único que no puede hacer el Presidente ante una situación tan delicada como la que se despliega en estos momentos, es dejarse arrastrar por los acontecimientos. Las frases hechas sobre la independencia judicial –que es bueno recordar se trata de un ideal extremo que la política, por suerte, viene problematizando hace siglos para evitar la tiranía de los jueces-, son buenas para decir a los columnistas de los domingos, pero no sirven como programa para un Gobierno que deberá lidiar con las consecuencias reales del proceso.

Es por eso que el gobierno de Macri dice una cosa, pero mantiene en operaciones a Daniel Angelici. El problema no es Angelici, el problema son las contradicciones. Por eso miremos De la Rúa, no como comparación sino como aprendizaje.

Macri debería repasar con muchísima atención la experiencia de De la Rúa. Hoy como entonces, aparece un ala que impone al gobierno la agenda de la lucha contra la corrupción como eje, cuando el Presidente está abocado a resolver el descalabro macroeconómico.

Ahora como entonces, tenemos un ala de la coalición del oficialismo que viene con una agenda de lucha contra la corrupción como eje central, una idea ajena a Macri, que está centrado en el reordenamiento económico y que la Argentina vuelva a crecer, un anhelo mayoritario por otro lado. Ahí está Brasil para recordarnos que las crisis políticas no son neutras: El año pasado su economía tuvo una histórica contracción del 4 por ciento que podría repetirse este año.

Como sea, el honestismo como idea política es la posición que visibiliza Lilita Carrió, pero que la excede y que incluye a factores de poder real –esos que se fortalecen con un sistema político débil- y tal vez algún interés geoestratégico. ¿Está equivocada entonces Carrió? No. La corrupción es una lacra muy extendida en la Argentina, que ha lastrado buena parte de los procesos mejor encaminados de nuestra historia. No hay respuestas fáciles para la situación actual.

Por eso, Macri puede hacer casi todo menos una cosa: No tener una idea clara sobre como se entra y como se sale de este proceso. Hoy lo que se ve, como entonces, son contradicciones. Entre un ala que agita el Mani Pulite y otra que busca atemperarlo. Pero sin coordinación. Esto envía mensajes confusos a la política, que puede ingresar en un peligroso círculo de paranoia y vale todo.

Estamos en la puerta de una situación estilo tiroteo en la cantina, donde todos les tiran a todos y al final sólo se salva el cantinero. ¿Quién será el próximo cantinero?

El tema da para mucho más que una columna y se podría analizar porqué, por ejemplo, las mismas potencias que nos alientan a ser implacables con la corrupción, protegen a sus ex presidentes hasta con indultos, como ocurrió en el caso de Nixon.

Macri tiene hoy un margen de maniobra macroeconómica más holgado que De la Rúa. Pero tampoco le sobra mucho. La opción que plantean algunos destacados analistas es pertinente pero no es en rigor una opción: ¿Cuánto conflicto puede tolerar la sociedad para terminar con la impunidad? ¿Impunidad o despelote?, se pregunta Marcos Novaro en La Nación.

Visto desde la Presidencia la respuesta es obvia: El único lujo que no puede permitirse un Gobierno es el caos. De hecho atenta contra su propia denominación. Pero el mérito de Novaro es que su pregunta lleva a otra más pertinente: ¿Cómo se reduce la corrupción en países tan corruptos como la Argentina, donde permea todos los estamentos, sin llevarse puesto el sistema?

Esa es una buena pregunta para Macri.

 

Carrió y Panama Papers, mala respuesta para una crisis previsible

El Gobierno no logra articular una estrategia política y mediática para recuperar la iniciativa.

Se trata de una de las crisis más anunciadas y aún así el Gobierno no logra articular una respuesta consistente. Mauricio Macri tuvo una oportunidad soñada por otros presidentes, que se enteraban de sus escándalos cuando llegaban a la home de los sitios de internet o con el diario de la mañana.

Los periodistas argentinos que accedieron a los Panama Papers se comunicaron con la Casa Rosada a principios de Marzo para pedirles su descargo sobre la cuenta offshore del Presidente. Macri y su equipo más cercano tuvieron así tres semanas para elaborar una respuesta política, mediática y judicial. Una ventana enorme para evitar las penosas marchas y contramarchas que se ven por estas horas.

¿Qué hubiera sido lo razonable? Si los papeles están bien, como dicen, lo mas simple –que suele ser lo mejor en las crisis- era: Conferencia de prensa del Presidente y dossier de acceso público con toda la documentación, apenas se publicara la noticia. Para que la pelea se reduzca a un round. Nada de combates interminables. O acaso, se podría asimilar la situación a una corrida contra el dólar. De nada sirve vender reservas por goteo y perder cada día la pulseada.

¿Qué hubiera sido lo razonable? Si los papeles están bien, como dicen, lo más simple era: Conferencia de prensa del Presidente y dossier de acceso público con toda la documentación de la offshore.

¿Qué se hizo? Todo lo contrario. Se buscó “proteger” al Presidente detrás de un minúsculo comunicado de un párrafo. Cuando se sabe que en estas crisis, ningunear el impacto, esperar a que pase, cambiar de tema, son respuestas amateurs, estériles para enfrentar un escándalo de nivel global. De paso, por estas horas en importantísimos medios de Estados Unidos y otros países en los que se busca conseguir inversiones, las referencias a Macri son demoledoras. Afuera la crisis no se detuvo, sino que escaló.

La respuesta inicial fue entonces insuficiente. Pero siguieron los errores. Al segundo día y con la crisis que no bajaba, hubo que jugar al Presidente. Macri le dio una breve entrevista a un medio del interior, enajenando a los periodistas que investigaron el tema y al resto de los medios en general. Como si nadie se diera cuenta lo que estaban haciendo.

Y como eso tampoco fue suficiente, vino la conferencia de prensa del Jefe de Gabinete y hoy finalmente Macri tuvo que dar la cara ante toda la prensa, pero lo hizo de una manera muy desordenada. Acaso buscando disfrazar lo que era: Una necesaria explicación. Mezcló su descargo y con un anuncio de Gobierno –paradójicamente la ley de acceso a la información-, con una suerte de spot publicitario donde se dirigió directamente a “vos”. Y se retiró sin permitir preguntas. De nuevo, como si hubiera algo que ocultar. Qué fue lo que vieron los ciudadanos: Un anuncio? Una explicación? Un spot de campaña?

Un coctel Molotov

El mismo desmanejo se vio en el inexplicable rol que la administración de Macri le otorgó a Lilita Carrió. Con más temor que cabeza, la erigieron en el lugar de fiscal ética no ya del Gobierno sino del propio Presidente. La locura de entregarle los papeles de la offshore que se le negaban a la prensa y a la gente en general, fue el punto álgido de una situación que bien mirada es preocupante: Importan mas los personajes que las instituciones. Lilita mide y es creíble en términos de lucha contra la corrupción, entonces primero esperamos su veredicto y luego vemos temas menores como la justicia y los organismos del Estado. Hoy el fiscal Delgado le explicó al Gobierno que lo que Lilita no da, Comodoro Py no presta.

No es sensato enojarse con Lilita por ser Lilita. En todo caso se puede tomar la decisión de no someterse a su madrinazgo ético. De asumir el rol de líder del Gobierno y la coalición Cambiemos. Hoy es Angelici, Grindetti, la offshore; mañana serán otros los “límites” que marque. Porque así es como funciona Lilita.

Con un agravante, que ya empieza a ser marca de este Gobierno, la falta de sensibilidad política. Apenas enterado de lo que venía, Macri debió convocar a sus principales socios políticos, aquellos que también pusieron el cuerpo para que llegue a la Presidencia, para ponerlos al tanto y trabajar un discurso común. No uno que muta en tiempo real, con voces disonantes, que amplifican la previsible y adictiva fascinación que causa ver una crisis política de envergadura desplegarse.

Recién ahora, tarde y corriendo de atrás, Macri anuncia que enviará los papeles a la Oficina Anticorrupción, que pedirá a la justicia civil una declaración de certeza sobre su comportamiento en este punto y que constituirá un fideicomiso ciego que administre sus bienes. Tuvieron tres semanas de ventaja para pensar todo eso y anunciarlo el mismo día que se publicó la noticia.

Pero sigue faltando lo esencial: Que el Presidente se someta a una rueda de prensa, como anunció que sería la norma si llegaba a Presidente.

“Argentina no está condenada a pasar del populismo al ajuste neoliberal”

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Rogelio Frigerio en el hotel Country Club de Lima

El césped del hotel Country Club del exclusivo barrio limeño de San Isidro, brilla como si estuviera pintado. En la puerta se amontonan los Audis negros, taxis de lujo que corporizan la metáfora de este Perú globalizado, que incrusta primer mundo donde caiga, sin aparentes complejos por los contrastes.

“Si Macri no estuviera cerca de ganar no estaríamos aquí”, dice Rogelio Frigerio en un hueco de la apretada agenda de reuniones con fondos de inversión y banqueros que tiene de manera paralela a la cumbre del FMI y el Banco Mundial.

Hernán Lacunza lo sigue con sus carpetas con números del mega plan de obras para la provincia que promete alcanzará los u$s 9.000 millones.

¿Qué dicen los fondos de inversión con los que se reunieron?

Tienen una expectativa favorable, si hay un cambio en la Argentina. Si nos amigamos con el mundo tenemos chance importante de conseguir el financiamiento que necesitamos para hacer el más agresivo plan de infraestructura física y social de la historia argentina.

¿En números, de cuanto es ese plan?

Hoy la inversión pública es de un 3,5 por ciento del PBI y nosotros queremos superar los 5 puntos del PBI. Estamos hablando de una inversión pública que supere los 30 mil millones de dólares por año.

Lo mismo que prometió traer Scioli de inversiones…

Sí, la diferencia es que hace 12 años que Scioli está en el kirchnerismo y no lo ha cumplido, ni siquiera en la provincia de Buenos Aires que gobierna.

¿En las conversaciones, los fondos les plantearon que hay que arreglar de manera inmediata con los holdouts, como sostuvo ayer Moodys?

Lo que necesita Argentina es recuperar crédito. Hace ya muchos años que estamos fuera de los mercados voluntarios de deuda y por consiguiente pagamos de dos a tres veces más de tasa que los países vecinos; y esto es precisamente por no haber solucionado el tema del default.

Moodys dice que si hay acuerdo la baja podría bajar rápido a la mitad, a un 4,5 por ciento…

Sí, consideramos lo mismo.

Llama la atención que en toda la agenda de los cinco días de la cumbre, en las decenas de paneles simultáneos, no expone ningún argentino…

Hace rato que ocurre eso, hace años que la Argentina está afuera de estos ámbitos, donde paradójicamente tienen cada vez más presencia nuestros vecinos, Uruguay, Paraguay, Chile, Colombia, Perú y Bolivia, donde básicamente buscan crédito para obras en su país.

¿Porqué cree que ocurre esto?

Porque este es un gobierno que nos aisló del mundo y de la región, con los que estamos peleados prácticamente con todos. Hace rato que el mundo pasó a ignorarnos. Ya no hablan mal de nosotros, directamente no hablan.

¿La expectativa que dice que ven los fondos, es si gana Macri o también si gana Scioli?

No, la expectativa está en función de un cambio de políticas, dudan que ese cambio surja con la continuidad de este gobierno.

Las reservas

¿Se habló en estas reuniones sobre los tiempos reales del próximo Gobierno para solucionar el tema con los holdouts y eventualmente abrir el cepo, teniendo en cuenta las pocas reservas que recibirá?

Cuanto antes corrijamos los problemas que deja el kirchnerismo, más rápido vamos a volver a crecer y a crear empleo.

Pero el kirchnerismo deja la ley cerrojo, la de cambio de jurisdicción del pago y la que aplica los nuevos principios de la ONU, todas leyes que habrá que modificar para cerrar con los holdouts y si gana Macri no está claro con que mayoría legislativa lo haría…

Si gana Macri hay más chances que eso ocurra que si gana Scioli. Pero aún repitiendo el escenario de las PASO, esto nos da otra composición en Diputados. El kirchnerismo perdería la mayoría y en el Senado vamos a tener un apoyo d elos gobernadores, interesados en normalizar la situación de la Argentina. Todos los que tienen responsabilidad de gobierno saben de la necesidad de conseguir financiamiento para obras de infraestructura. Creemos que va a primar la razonabilidad.

En el panel de esta tarde de los presidentes de bancos centrales de Latinoamérica, el tema fue como impacta la caída de los commodities y la suba de la FED en los déficit y dispara el tipo de cambio y como la necesidad de hacer un ajuste golpea el crecimiento. O sea, como controlar la inflación sin derrumbar el crecimiento. La Argentina parece tener esos mismos dilemas pero agravados…

Me hubiera gustado ir a esa conferencia. El tema es que todos los países de la región están muy integrados al mundo y lo que ocurre en el mundo les impacta fuerte. La Argentina está afuera del mundo y los problemas que tenemos son autogenerados, producto del mal manejo de variables endógenas. Por eso, la superación de nuestros problemas propios va a generar un impacto fuerte, nosotros tenemos mucho para mejorar. Hemos hecho las cosas tan mal estos años, que empezar a corregir esos problemas nos va a generar un escenario muy positivo…

¿Cree que los organismos, si se da ese giro, nos van a apoyar en el proceso?

No tengo dudas, nos van a financiar.

Algunos economistas dicen que esta idea del gradualismo para salir del cepo, a esta altura es directamente una mentira, que no hay margen si se miran las reservas que se van a recibir…

No tenemos que cometer los errores de siempre de la historia argentina. Hace 50 años que tenemos secuencia de gobiernos populistas que exprimen todo el jugo de la bonanza y luego pasamos a un gobierno neoliberal de ajuste ortodoxo en las épocas de vacas flacas. Esa secuencia nos llevó a esta triste situación, no podemos repetirlo. Para solucionar los problemas que deja el kirchnerismo tenemos que volver a crecer, expandir la economía.

Este gobierno comete ese error, fue el que recibió más bonanza en la historia y termina con un ajuste clásico, con la mayor devaluación del mundo, inflación y una recesión que ya lleva cuatro años.

La Argentina no está condenada a vivir del populismo al ajuste neoliberal, creemos que se puede construir una estrategia de desarrollo nacional.